La salud del piso pélvico es fundamental para la calidad de vida de la mujer. Dos de los problemas más frecuentes que pueden presentarse son la incontinencia urinaria y el descenso vesical (o cistocele). Aunque a menudo se mencionan juntos, no siempre ocurren al mismo tiempo; sin embargo, pueden compartir factores de riesgo y síntomas.
¿Qué es la incontinencia urinaria?
La incontinencia urinaria es la pérdida involuntaria de orina. No es una consecuencia “normal” del envejecimiento y siempre merece valoración médica.
Los tipos más frecuentes en la mujer son:
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De esfuerzo: pérdida de orina al toser, reír, estornudar o hacer ejercicio.
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De urgencia: necesidad súbita e intensa de orinar que puede ocasionar escapes antes de llegar al baño.
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Mixta: combinación de las anteriores.
Causas comunes:
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Debilitamiento de músculos y ligamentos del piso pélvico (por partos vaginales, envejecimiento, menopausia).
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Cirugías ginecológicas previas.
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Obesidad.
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Tos crónica o estreñimiento persistente.
¿Qué es el descenso vesical o cistocele?
El descenso vesical ocurre cuando la vejiga pierde su soporte y desciende hacia la vagina debido al aflojamiento o daño de los tejidos que la sostienen.
Esto puede provocar:
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Sensación de “bulto” o presión en la vagina.
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Dificultad para vaciar la vejiga por completo.
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Aumento de escapes urinarios.
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Dolor lumbar o pélvico.
Relación entre ambas condiciones
El cistocele puede favorecer la aparición de incontinencia urinaria, especialmente la de esfuerzo, ya que modifica el ángulo y soporte de la uretra. En algunos casos, al corregir el descenso vesical, también mejora el control urinario; en otros, puede ser necesario tratar ambos problemas de forma independiente.
Diagnóstico y tratamiento
El diagnóstico se realiza mediante una revisión física, estudios de orina y, en algunos casos, pruebas especiales de función vesical.
El tratamiento puede incluir:
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Ejercicios para fortalecer el piso pélvico.
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Fisioterapia y pesarios vaginales.
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Cirugía para reparar el soporte de la vejiga o mejorar el control urinario.
Estos problemas no son “normales” por la edad y tienen solución. Consultar a tiempo permite recuperar la confianza, la movilidad y la tranquilidad en la vida diaria.
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